lunes, 4 de julio de 2016

CUENTOS INFANTILES - EL GATO CANSADO

El gato cansado

Los gatos, grandes cazadores, tienden a alimentarse de presas más débiles, y su agilidad hace que no pasen hambre en todo el año, aunque se trate de gatos solitarios. Los ratones son sus principales víctimas, ya que a pesar de las grandes velocidades que estos pueden alcanzar, su pequeño tamaño les convierte en una presa fácil para los gatos. Precisamente, sabedor de todo aquello, vivió una vez un gato, conocido entre sus secuaces por tener  siempre la barriga muy grande y llena. Pero el gato fue cumpliendo años, y con el paso del tiempo, se daba cuenta de que su agilidad ya no era la de cuando era joven, ni sus ganas de correr de acá para allá eran tampoco las mismas. Ya no podía perseguir a los ratones con la misma facilidad, y poco a poco, fue convirtiéndose en un gato callejero apostado en una esquina con hambre y aterido de frío.
A los viandantes que se cruzaban con él se les llenaban los ojos de lágrimas, y muy compadecidos por su estado, se fueron haciendo amigos de él, incluso algunos ratones con el corazón lleno de amor y de solidaridad.

Sin embargo, uno de aquellos ratones que se encontraba por las cercanías, y que le observaba día tras día, no terminaba de confiar en él ni de creer que el hambre le hubiese apaciguado también su frío corazón. Un día, surgió una disputa entre dos pájaros ante la aparente mirada impasible del gato. El ratón, que observaba la escena sin perder detalle, estaba convencido de que el gato se lanzaría hambriento sobre los dos pájaros, y de este modo, todo el mundo descubriría las verdaderas intenciones del gato.

El gato, aproximándose a la rama del árbol desde la cual vociferaban los pájaros, dijo:

  • No os peléis. Confiad en mí e intentemos arreglar vuestro malentendido.

Efectivamente, y como temía el ratón, el gato parecía cercar cada vez más a los pobres pájaros con la intención de lanzarse sobre ellos. Ya no era un gato cazador, y los años, le conducían a vivir de ocasiones fortuitas y desesperadas.

El ratón, contemplando la lastimosa escena, llamó la atención del gato con un agudo silbido y libró a los pajarillos de su destino. Pero ya no podía ver a aquel gato cansado con los mismos ojos, y decidió acompañarle en la distancia hasta el fin de sus días.

 

CUENTOS INFANTILES - EL PODER DEL INGENIO

El poder del ingenio

 Érase una vez un cocodrilo muy listo que vivía en la selva amazónica. El cocodrilo, como el resto de animales, pasaba sus días sobreviviendo en su hábitat y nadando en las profundidades del río.
Día tras día, el cocodrilo se veía obligado a acudir a la orilla del río para acechar a otros animales con los que poder alimentarse y salir adelante. Como no era una tarea nada fácil, el cocodrilo simplemente dejaba que los animales sedientos se adentrasen en el agua para refrescarse y para beber un poco del agua fresca del río. Él, mientras, esperaba a los descuidados e incautos animales absolutamente quieto y camuflado bajo las aguas del río. Y de esta forma el cocodrilo solía atrapar a muchos animales.
Sin embargo, pronto se fue corriendo la voz entre los animalillos del bosque de la existencia de aquel cocodrilo, y poco a poco, dejaban de acudir al río para beber y para refrescarse tomando nuevos caminos. La naturaleza parecía haberse vuelto más amable con todos aquellos animales cuya vida peligraba al acercarse al río por culpa del cocodrilo; sin embargo, la misma naturaleza parecía estar entonces en contra de este singular reptil. El hambre acuciaba al cocodrilo cada vez más y no tuvo otro remedio que idear otra artimaña para conseguir su fin.
Su nueva idea consistía, nada más y nada menos, que en convertirse a los ojos de los demás animales en un ser sensible y debilucho. El cocodrilo procuraba vendarse sus garras, y hasta la boca, para que los demás animales del bosque le observaran y se apiadaran de él creyéndole enfermo. Y aquel nuevo plan funcionó de tal forma, que un día bajaron casi hasta los mismos hocicos del cocodrilo toda una bandada de patos, avanzando hacia el río uno detrás de otro. Aquellos patitos no caminaban hacia el agua por sus ganas de nadar o de saciar su sed, sino porque una especie de llanto lastimoso llegaba hasta sus oídos clamando ayuda.
Una vez frente al cocodrilo, la mayoría de los patitos parecían dispuestos a ayudar al fiero animal, al verle tan desvalido y enfermo. Pero uno de ellos, el más pequeño de todos que observaba algo raro en la mirada del cocodrilo, le propuso llamar al mejor veterinario de toda la selva. ¡Qué miedo le entró al cocodrilo al oír aquello! Tanto…que se le quitó el hambre repentinamente y, despavorido, decidió alejarse de la orilla en busca de la tranquilidad de las profundidades del río.
Dicen que el hambre agudiza el ingenio, y por eso el cocodrilo buscaba la mejor forma de hacerse con los animales más incautos para poder comer. Pero como la inteligencia no es patrimonio del hambre, también sirvió en aquella ocasión para que los patitos volviesen sanos y salvos a casa, unos detrás de otro, gracias a la astucia del patito más pequeño. ¡Quién iba a decirlo!

CUENTOS INFANTILES- EL AMANATE DE LOS PAJAROS

El amante de los pájaros

Érase una vez un pequeño ratón que pasaba todos sus ratos libres fuera de su ratonhogar, observando a los pájaros y diferentes aves que surcaban los cielos. Aquél ratón había quedado tan impresionado al ver volar a los pájaros que, desde entonces, no tenía otra obsesión que la de hacer lo mismo. ¡Nada de huir de gatos ni comer queso! ¡Ratón quería volar! «Debe ser tan maravilloso…» Se decía así mismo completamente embelesado por el ir y venir de las aves.
Tal era su obsesión, que no se le ocurrió otra cosa que empezar a coleccionar plumas que encontraba por el suelo, caídas por accidente durante el aleteo incansable de los pájaros. Así, hasta que se hizo con las suficientes plumas como para dar forma a su ansiado sueño, y ni corto ni perezoso, se construyó dos hermosas y grandes alas de preciosas y suaves plumas. A dichas plumas les colocó un arnés que había encontrado en la basura, gracias al cual pudo sujetarse las plumas a la espalda. Tras aquella operación se subió a la rama más alta de árbol que encontró…
  • ¡Ya está todo listo para volar!- gritó el ratoncillo entusiasmado.
¡Pobre ratoncito! Nada más arrancar sus nuevas y preciosas plumas, estas le dirigieron directo hacia el suelo. Algo aturdido y con mucho dolor, el ratón comprendió que su plan no había funcionado. Durante semanas de recuperación en su ratonhogar, el ratoncito comprendió que se lo tenía merecido por querer ser quien no era. Metido en su camita con forma de queso, soñaba ahora con salir corriendo de un lado a otro, con recoger los dientes de los niños, y con comer muuuucho queso.
Pasado un tiempo y completamente recuperado, el ratoncito no paró de correr y de saltar. ¡Estaba muy contento de ser como era! Y a partir de entonces fue muy feliz, y en sus descansos de tanto correr, siguió observando con deleite a sus amados pájaros.

 

CUENTOS INFANTILES - EL PERRO Y AL COMETA MAGICA

EL PERRO Y LA COMETA MÁGICA

 

Érase una vez un perro conocido por sus grandes dotes artísticas. Aquel perro era un auténtico fabricante de sueños y de alegrías, gracias a las cometas artesanales que fabricaba. Preciosas estelas que surcaban el cielo tiñéndolo de deliciosos colores.
¡Era tan feliz haciendo lo que hacía! Haciendo feliz a montones de niños que, boquiabiertos con las cometas, conseguían convencer a sus padres para llevarse una y hacerla volar al aire libre.
Tal era el entusiasmo de hijos y padres, que pronto se corrió la voz de la existencia del perro artista. La gente se congregaba los domingos por la mañana en el parque de la comarca para ver el espectáculo de formas y colores que se producía en el cielo con el vuelo de las cometas.
El perro artista, al contemplar aquel espectáculo y aquella alegría, decidió afrontar el mayor reto de su vida como fabricante de cometas. Y decidió embarcarse en la construcción de una cometa gigante y espectacular. Una vez la terminó, decidió decorarla con colores y materiales únicos nunca vistos.
Decidido a ponerla a volar, acudió al parque y fue arrastrando la cometa a gran velocidad para conseguir alzarla en vuelo. Aquella cometa era tan grande y colosal, que arrastró también con ella al perrito artista. Nunca volvió a ver a aquellos niños y a aquellos padres del parque.
Pero no os preocupéis, amiguitos, que el perro artista consiguió hacer felices con sus cometas a miles de niños de todo el mundo. Eso, y volar entre las nubes gracias a su cometa mágica y colosal.
Desde luego, como artista, había conseguido tocar el cielo…

CUENTO INFANTIL- LA FOCA LECTORA

La foca lectora 

 

Cuento: La foca lectora

¿Sabes que el reino animal también disfruta mucho con la lectura? Al menos eso se cree gracias a una pequeña foca que se pasaba el día pegada a los libros. Se decía que aquella foca era muy lista y muy instruida, gracias a todo lo que había aprendido en los libros. Se pasaba el día leyendo y leyendo, casi sin levantar la mirada de las páginas que daban forma a todos aquellos conocimientos.
Su madre comentaba orgullosa a familiares, amigos y conocidos, como el interés de su hija por la lectura la llevaba a devorar más de cuatro y cinco libros en una sola tarde.
Una de aquellas tardes, la pequeña foca se dirigió, en compañía de sus padres, a casa de unos amigos que también tenían un hijo muy estudioso. Sin embargo, sus padres confesaban sin ningún tipo de vergüenza que le llevaba mucho tiempo terminarse un solo libro. Tardanza que se sucedía también con las lecciones de la escuela y el temario de sus exámenes.
Los padres de la pequeña foca sacudían la cabeza al escuchar aquello en señal de desagrado, al tiempo que ponían de manifiesto la clara diferencia de actitudes y habilidades existentes entre su hija y el hijo de sus amigos.
Para acabar con la rivalidad, decidieron realizar una prueba de lectura para comprobar, finalmente, cuál era el hijo más listo, habilidoso y mejor lector. Los dos pequeños se leyeron el mismo libro y, pasado un tiempo, sus respectivos padres les hicieron unas preguntas para ver lo que recordaban de cuanto habían leído. Pero la pequeña foca, llegado el día de las preguntas, no recordaba ni siquiera el título del libro que había tenido entre sus manos. Había leído tan apresurada, con el fin de demostrar que era la más rápida y mejor lectora, ¡que no se había enterado de una sola palabra! Su amigo, por el contrario, pudo contar sin problemas todos los detalles del libro leído.
Los padres de la pequeña foca volvieron a casa muy avergonzados. Habían dado por hecho que su hija era superior a otros niños, sin preocuparse de saber nada más sobre su hija. Una vez en casa, hicieron comprender a la pequeña foca que los buenos resultados no se consiguen de forma atropellada ni urgente, y poco a poco, aprendió lo que era saborear, despacito y pausadamente, un libro.