EL PERRO Y LA COMETA MÁGICA
Érase una vez un perro conocido por sus
grandes dotes artísticas. Aquel perro era un auténtico fabricante de
sueños y de alegrías, gracias a las cometas artesanales que fabricaba.
Preciosas estelas que surcaban el cielo tiñéndolo de deliciosos colores.
¡Era tan feliz haciendo lo que hacía!
Haciendo feliz a montones de niños que, boquiabiertos con las cometas,
conseguían convencer a sus padres para llevarse una y hacerla volar al
aire libre.
Tal era el entusiasmo de hijos y padres,
que pronto se corrió la voz de la existencia del perro artista. La
gente se congregaba los domingos por la mañana en el parque de la
comarca para ver el espectáculo de formas y colores que se producía en
el cielo con el vuelo de las cometas.
El perro artista, al contemplar aquel
espectáculo y aquella alegría, decidió afrontar el mayor reto de su vida
como fabricante de cometas. Y decidió embarcarse en la construcción de
una cometa gigante y espectacular. Una vez la terminó, decidió decorarla
con colores y materiales únicos nunca vistos.
Decidido a ponerla a volar, acudió al
parque y fue arrastrando la cometa a gran velocidad para conseguir
alzarla en vuelo. Aquella cometa era tan grande y colosal, que arrastró
también con ella al perrito artista. Nunca volvió a ver a aquellos niños
y a aquellos padres del parque.
Pero no os preocupéis, amiguitos, que el
perro artista consiguió hacer felices con sus cometas a miles de niños
de todo el mundo. Eso, y volar entre las nubes gracias a su cometa
mágica y colosal.
Desde luego, como artista, había conseguido tocar el cielo…
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